En 1937, Pere Grases i González se vio obligado a abandonar su Vilafranca del Penedés natal, debido a la Guerra Civil Española. En Francia lo esperaban su mujer, Asunció Galofré Tomás, embarazada de su segundo hijo, Josep Pau y su hijo mayor, Pere Joan. Unos meses después, la familia Grases Galofré llegó a Venezuela, donde establecieron su residencia como tantos otros catalanes y españoles de la época.
Montaspre, un punto de encuentro
Pere Grases no pudo regresar a su tierra sino 20 años después. A su regreso, en el año 1957, compró la masía Montaspre en el cercano pueblo de Sant Miquel d’Olèrdola, con el objetivo de proporcionar un punto de encuentro entre los de Vilafranca y los de Venezuela. Desde entonces la familia sigue reuniéndose aquí, recordando viejas historias y disfrutando del lugar.
Puesta en marcha de las ideas originales
Poco después de su adquisición, la familia comenzó a realizar dos tareas de gran valor, direccionadas a frenar los procesos de degradación del terreno y de pérdida de biodiversidad de los alrededores (erosión, poca infiltración del agua de lluvia, alta tasa de insolación y poca viabilidad de implantación de especies arbóreas y arbustivas).
La primera, consistió en reforestar la zona con pino carrasco (Pinus halepensis) y la segunda, en recuperar los muros de piedra seca existentes y construir algunos adicionales. Con la plantación de los pinos se conseguía anclar la tierra disminuyendo la erosión pluvial y se lograba protegerla de la alta radiación solar de los veranos. Con los muros se frenaba la velocidad de escorrentía del agua de lluvia y se incrementaba su infiltración en el suelo.
Se plantaron unos 1.000 pinos. El sistema de riego era manual, mediante regaderas. De éstos sobrevivieron aproximadamente la mitad y 20 años más tarde ya se podía disfrutar de algunas zonas de sombra en verano, bajo las cuales empezaban a surgir las encinas, enebros, sabinas y robles que se dan espontáneamente en la zona.
Los incendios y las nuevas ideas
En la década de los 80 la parcela sufrió el embate de dos incendios que entraron por la zona de la carretera quemando las dos terceras partes de la flora existente, junto con los pinos plantados y los árboles incipientes que se empezaban a establecer.
A partir de entonces, han germinado las semillas de los árboles quemados, que ahora se han asentado en la zona afectada. Estos árboles y arbustos están siendo potenciados desde finales de los 90 por los descendientes de los Grases y Galofré, quienes valoran las iniciativas originales y son conscientes de la necesidad de respetar y ayudar al medioambiente a reestablecer los ecosistemas destruidos en el pasado.
Así surge este proyecto que tiene por nombre Montaspre y que hoy, 60 años después de la puesta en marcha de las primeras iniciativas, está más vivo que nunca.